DENTRO.

Una vez toqué en un sitio pequeño, no estaba habilitado para hacer conciertos, ellos decían que hacían jam sessions.
No era un sitio cool, ni siquiera agradable, estarías fuera de lugar allí. Pese a mi instrumento, yo también lo estaba. Toqué un sintetizador antiguo, no entro en detalles porque sería absurdo. Era un cacharro muy divertido, aunque allí tocaban con guitarras españolas. Tenían un armario lleno y las repartían en el clímax de la noche, lo que provocaba un segundo clímax y luego otro más. Yo allí tampoco pintaba nada. Como tú.
Por lo que te cuento vas a pensar que soy muy mayor. Soy de tu edad, bueno…no sé, tengo 30 años. Voy a hacer 31 la próxima semana.
El caso es que, por casualidades, terminé allí y me pareció buena idea llevar ese sinte. Toqué y canté. Me arranco a cantar solo cuando es necesario. Scott Walker dice que un buen cantante solamente canta cuando es estrictamente necesario. Es mi cantante favorito.

La cosa fue bien. Resultó. El dueño del bar también tocaba y en seguida me di cuenta de que era el mejor de todos aquellos músicos. Era un buen guitarrista. Más mayor y eso… cuando tocas, la edad es un grado. Lo de tocar es bastante simple en ese aspecto. ¿Sabes? Básicamente hay que estar dentro, tienes que meter la cabeza en la música. Te lo pueden explicar de muchas maneras, pero en cuanto improvisas un poco te das cuenta de que solamente tienes que meter la cabeza… como los gatos.
Cuanto más tiempo lleves haciéndolo mejor mueves la cola dentro. ¿Entiendes?
Si puedes meter la cabeza puedes entrar.
«Free your mind and your ass will follow»

La cosa terminó tarde. El tipo tenía una técnica elaboradísima para echar a los clientes. Recogía las guitarras mientras la gente las abandonaba para beber. Se tocaba un tema, bajaba y se perdía, bueno…el sitio era ínfimo y tampoco se perdía mucho. Lo que pasaba es que todos estaban más perdidos que él. Yo era nuevo allí y al empezar cada tema lo veía como una sombra, retirando instrumentos y adelantando tareas de cierre. Era un crack el tío.
Era un sitio muy cutre, no te vayas a pensar. Pero la flipé. Sí, sí. La flipé.

Habitualmente cuando das un concierto y bajas del escenario, como ahora, tienes que hablar con la gente. Puedes retrasarlo recogiendo el equipo. Puedes retrasarlo fumando un cigarro… quizás puedas quedarte sentado unos minutos, pero la gente está ahí.

Pues bien, en «Las hijas de Abel» nadie me felicitó siquiera. Y te aseguro que fue algo bastante contundente. A estas alturas sé perfectamente como he estado y ese día metí la cabeza en el muro de sonido casi desde el principio. Tenía el cuerpo absolutamente dentro desde hacía horas. Corría a mis anchas. Tocaban encima de mí y saltaba encima de las guitarras cuando me daba la gana.
Cuando fui al baño me encontré al dueño. La gente aun estaba ahí fuera, pero ya estaba todo listo para el cierre.
Las ratas son las últimas que abandona el barco.
El dueño me invitó a una raya, por lo visto el tipo había tocado en ALARMA. ¡Qué mítico!
Me encontraba a gusto, ¿vale? Ya me había dado cuenta de que nadie felicitaba a nadie. Me parecía agradable, llevaba un rato bastante drogado y pensando que aquello era muy cómodo.
El tipo cortó la coca allí mismo y mientras yo me preparaba un turulo con los cinco pavos que me quedaban me dijo:
“Vaya cara”

Le miré sorprendido antes de esnifar y me reí.
El dueño agregó: “No, sin esa cara no está mal, es la cara del paracaidista”
La verdad es que llevaba un rato tan absorto que aquello fue como un manguerazo de aguarrás.
Yo andaba bastante crecido, pero insisto, el tipo tocaba muy bien, era mayor y se había ganado mi respeto ahí arriba.
“Tú también tienes cara de paracaidista».
Claro, es que hemos caído juntos.
Esnifé aquello.

Nada, me dijo, ya sabes a lo que me refiero. A lo mejor no sabes expresarlo con palabras. A lo mejor para ti no tiene nombre pero yo voy a darte uno: «paracaidismo».
“¿Cómo?”
La gente que nunca ha estado arriba no sabe como es la bajada. La subida al escenario es muy lenta, muy física. La bajada es un salto. Puedes salir fuera y puedes quedarte a meterte otra si quieres. Para ti y para ellos, dijo señalando a los otros dos cómplices de la jam, cierro un poco más tarde.
“Gracias” le dije.
Se te da bien. De ahora en adelante y cuanto más alto sea el escenario, procura ponerte el paracaídas. Igual te parece una tontería, pero la bajada es una puta locura.
El tipo se fue y me quedé mirando mi reflejo en el espejo.

Mi cara se descolgó con todo su tonelaje.

Toda mi maldad está concentrada en mi lado izquierdo. El lado oscuro.
Con la experiencia he desarrollado un complejo sistema compensatorio de mi expresión facial a través del correcto uso del lado derecho.
Todos mis lunares, manchas, imperfecciones y asimetrías se agrupan en el lado izquierdo de mi cuerpo.
Sin duda mi lado izquierdo me matará algún día.
Me mojé la cara y la coca me explotó en las neuronas. Aquello molaba.
Salí fuera pensando en el tema, caminaba arrastrando el paracaídas.

Me dirigí a la barra a que me regalaran otro chupito y, aunque no te lo creas, vi a una mujer increíble y a un gato metiendo la cabeza por la ventana.
Noooo, eso último no es verdad.
Eso no pero lo otro sí.
Los ojos de la pibita eran una pasada.

De repente estábamos dándole al pico:
Ya, ya, pero…¿lo que me has contado antes que te pasa con los impulsos…? Pareces impulsivo ahí arriba.
No recuerdo cuando fue la primera vez, pero siempre fue así.
Creo que fue con mi madre, con mi padre… con alguien prohibido. Siempre estuvo ahí.
Pero…¿Eras un niño? Te sucede desde muy joven?
Desde antes de que tuviera noción del sexo, sí… siempre ha estado ahí.
¿Y qué es lo que imaginas?
No lo imagino, lo veo. Lo veo con total nitidez. Imagino que beso, que masturbo o que golpeo. Algo así. Se produce en continuidad con el plano real…¿entiendes?
No.
Pues me ha pasado también contigo, me pasa especialmente cuando alguien me desagrada, da igual su sexo. No digo que sea tu caso… no lo es en absoluto.
Eso espero… así que imaginas que tienes contacto directo con esa persona.
No hace falta que lo matices, es algo explícitamente sexual.
¿Alguna vez ha pasado algo? ¿Alguna vez has llevado acabo eso que imaginas?
Insisto, no lo imagino. Es como si sucediera.
Vale… ¿y alguna vez ha sucedido?
Sí, ha sucedido.

¿Has golpeado a alguien?
Sí, lo he hecho, he golpeado a alguien. También he besado con resultados dispares y también he terminado masturbando a gente por este motivo.
Entiendo. ¿Ha sucedido hace mucho?
Bueno…la última vez fue hace un rato, cuando nos conocimos.
Que yo sepa no me has masturbado.
No, pero lo he visto. He visto como hacía todas esas cosas contigo y… bueno, da igual.
Sigue, no te cortes.
Da igual.
¡Venga! Cuéntamelo, no has hecho nada. No tiene sentido que lo ocultes.
Para mi sí ha sucedido…Para mi ha sucedido casi hace un momento.
Ya, pero insisto, ¿ha sucedido de verdad alguna vez, no?
Sí, sí… ha sucedido de verdad, claro. Pero no hay diferencia, ¿entiendes?

No es lo mismo.
Mira… yo no noto esa diferencia. Es un juego mental en el que hace tiempo que no caigo. Y eso no es más que el principio del problema.

¿Lo consideras un problema? Debes saber que no hay ningún problema conmigo, porque no me has hecho nada.
No lo considero un problema. Lo considero una especie de… una especie de “poder”.
Jajajaja, ¿un poder? ¿De qué tipo? ¿Un poder debería ser una habilidad a tu favor, no?
A favor y en contra.
Bien, y ¿qué tiene todo esto a tu favor?
Bueno, no me preguntes cómo, pero es algo que asocio con el hecho de que, generalmente, todas esas cosas que suceden en el plano de mi mente pasan más tarde también al plano real. No sé si me comprendes…
¿Quieres decir que predices el futuro?
Noooo…no entiendes nada. Quiero decir que cuando veo eso en mi mente, es posible que luego suceda fuera de mi cabeza y entonces se produce algo parecido a un Deja Vú.
¿Un Deja Vú? Eso sí es un juego mental.

Bueno. Es un Deja Vú muy raro porque tengo constatación de que ya lo he vivido antes con todo lujo de detalles. Me pasa también con las mentiras… mentiras que cuento y que, antes de tener que aclarar, o incluso antes de sufrir sus consecuencias, se materializan.
Ponme un ejemplo.
Bueno… pónmelo tú. ¿No tienes ganas de follar?
¿Cómo?
Sé sincera. ¿Tienes ganas de follar o no?
… ¡claro que no! ¿A qué viene esto?
Me lo has preguntado tú. Te he visto, te has acercado y…
Me he acercado porque mi abrigo estaba ahí apoyado.
Eso da igual. Nos hemos mirado y hemos hablado. Yo he visto una serie de cosas y ahora tú me interrogas sobre un tema que…
¡No tengo ganas de follar contigo!
Vale, entonces me equivoco. Pero…
¿Pero qué?
Pues que si sientes o has sentido ganas de follar, es posible que el polvo que echásemos fuera muy parecido a lo que he visto hace unos instantes… ¿ok?

Y…¿qué imaginas?
Si no quieres follar, ¿para qué lo preguntas?
Estábamos hablando.
En mi mente no.
Vale… creo que tengo que irme.
Te lo diré: te daba por el culo.
Tengo que irme… Una pregunta. ¿Esto te da resultado?
No busco resultados. Para mi ya ha pasado. No me importa que suceda otra vez. ¿Ves esa columna?, te empujé, te levanté el vestido, y te agarré la teta izquierda con la mano derecha, inmovilizándote. Me bajé la cremallera empalmado, subí la mano, escupí sobre ella, la pasé por tu culo y te la metí a lo bruto.

Ya basta. Me voy.
Me corrí enseguida. Tú también….creo. De eso no puedo estar seguro.

Adios.
Chao.

Ahora sí, os lo juro. La vi marchar y al bajar la mirada para contemplarle el culo, en una de las ventanas, vi la cabeza de un gato negro. En absoluto silencio pude ver como desencajaba sus omóplatos, y asomaba una pata de punta blanca.
Nadie más se dio cuenta.
El animal se detuvo de golpe y tuvo que forcejear bastante para desencajar la otra articulación pero, al instante, ambas patas estaban dentro y, con ellas, el resto del cuerpo.
El gato se sentó en la distancia, me miró fijamente a los ojos y dijo:
MIAU.
Creo que quería decir: DENTRO.

Un comentario

  1. HALA, Fer…
    Bien es cierto que este país necesita menos cultura y más Belcebú, jaja, pero este texto es fascinante de principio a fin. Ya no sé si me gusta más tu música o tus escritos, te lo prometo.

    Y aparte de todo, «quiero la coca que él está usando», jaja.

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