La única manera de preparar un pulpo

Saqué el pulpo de la mar salada.

Sus ventosas hallaban el vacío sobre mi piel.

El pulpo aprieta pero no ahoga.

Es constante.

No hay pasos de baile,

pero tampoco pasos en falso.

*

Cuando aprieta,

se trata de cultivar el asesino arte de esperar.

Aquí somos muy de esperar. ¿Sabes?

Muy asesinos.

Tampoco es doloroso.

Solo molesto

y da miedo.

Inofensivo. Créeme.

*

Había mucho vacío al que agarrarse.

Mucha nada entre la ventosa y mi epidermis.

Aquel ser había agotado todos los ases que guardaba en el tentáculo.

Se había metamorfoseado con las rocas,

había derramado ríos de tinta…

y, a pesar de todo, no logró tacharme del mapa.

*

Tenía tinta en la cara.

Tinta en los ojos.

*

Ahora lo que no sonaban eran pasos hacia delante.

Ahora parecía un asunto de cangrejos.

*

Se soltó del mismo modo en el que había apretado.

Con dignidad y respeto.

*

Yo era el vencedor

y había que golpearlo.

Machacarlo contra las rocas.

Los pulpos no sangran,

no existen osteópatas para los cefalópodos.

No hay traumatólogo para tan poco trauma.

Lo único que tienen en esa cabeza tan grande

son sus sesos.

Así de fácil.

*

Era el momento perfecto para perder la cabeza por la playa.

Tenía tinta en la cara.

Tinta en los ojos.

*

Mi respiración se entrecortaba

y el pulpo se ablandaba.

No debía detenerme.

Tan solo intenté ser tan limpio como él lo fue conmigo.

Dejar a mi especie en un buen lugar.

*

Al aflojarse sentí

que el animal había admitido su derrota.

Lo vi todo claro

y rompí a llorar.

Sudé tinta china.

*

Aún tenía un poco en los ojos.

*

Por suerte nadie podía verme.

Por suerte el trabajo ya estaba hecho

y firmado con tinta invisible.

*

Entré en la casa.

Le corté la cabeza con unas tijeras de pescado.

Arranqué los ojos y el pico.

Tenía un pico irreductible.

Un pico de oro.

Algo monstruoso.

Como si a Dios se le hubiesen mezclado las piezas del puzzle.

*

Enjugué mis lágrimas negras

y las congelé.

Lo metí todo en el frigorífico.

El pulpo y la tinta.

Cada cosa en su justo lugar.

*

Así hacemos esta clase de cosas por aquí…

ya sabes: mazar pulpos, enterrar gatitos o desangrar cochinos.

Creo que no hay otra manera de hacerlas.

«Yo, Donald» publicado en «La Playa de Madrid»

La Playa de Madrid me publica «Yo, Donald», la segunda parte de «Circulación Periférica», mi nueva colección de relatos sobre la clase media alta.

Podéis descargarlo gratuitamente  en varios formatos o leerlo on-line.

Pincha sobre la imagen.

La edición es de Goretti y Pablo, y la portada nada menos que de Juan Zamora.